
Hay una creencia muy extendida en nuestra sociedad de que el machismo y la violencia por razón de sexo es cosa de personas que se educaron en otros tiempos o en otros países menos avanzados. En definitiva: que ello no afecta a nuestra población joven o adolescente.
A estas creencias, previas y erróneas, sobre violencia de género en jóvenes, debemos añadir las creencias previas y vividas como “normales” (por lo tanto buenas) que tienen muchos jóvenes respecto a las relaciones de pareja. Un alto porcentaje de chicas y chicos piensan que se puede hacer sufrir a alguien a quien queremos “en nombre del amor”. Esta creencia está en la base de todos los mitos y actitudes que enmascaran y perpetúan la violencia. No identifican como maltrato las conductas de abuso psicológico, ni los diferentes controles de tiempo, dinero, amigos, ropa, actividades, etc. Chantajes, amenazas e incluso insultos a la pareja no son considerados por algunas/os adolescentes/jóvenes como actos de violencia. De este modo, muchas de ellas, cuando piensan en maltrato, piensan en que las agresiones físicas y graves sólo les ocurren a las mujeres mayores o de orígenes culturales más atrasados.
La niñez y la adolescencia son etapas permeables al cambio y a la revisión de referentes,. En la adolescencia con capacidad y desarrollo para la reflexión y el análisis, donde es posible actuar y lograr cambiar, con relativa facilidad, las actitudes y falsas creencias acerca de los mitos que están en la base de la violencia de género, y poder lograr modificar las estructuras cognitivas que la sustentan y conseguir cambios emocionales y de comportamiento.
Claro está! no sólo con una acción aislada, sino sumada a otras actuaciones.
De aquí la importancia de llevar a cabo estas acciones en ámbitos educativos donde también se trabaja con el profesorado pudiéndose producir un efecto multiplicador del mensaje.
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